Nos avisan para realizar una visita a una obra en curso. Para más detalle, la construcción de un pequeño edificio de oficinas de dos plantas de altura y planta sensiblemente rectangular. Pilares colocados a eje y vámonos que el tiempo apremia. Fácil y bastante más rápido. En vez de la pesada bovedilla cerámica colocamos la bovedilla de porexpan (para los amigos). Permite cortes como queramos, puedes transportar varias tú solito y casi puedes ir sembrando el forjado de bovedillas a diestro y siniestro en cuestión de minutos.
Con la estructura terminada, la jefatura de obra se da cuenta de unas pequeñas coqueras en la parte superior de los pilares, más bien felinas.
Callo, tomo nota de los pilares a reparar y me vuelvo a la oficina pensando por qué narices hay corcho en las caras de pilares. En un momento, me asalta una terrible duda…
Parece que nadie se acordó de limpiar el corcho restante y, por arrastre, se depositó en todas las cabezas de los pilares. Pasamos de picar unas coqueritas a reconstruir la cabeza del pilar…
Procedimiento relativamente sencillo. Apuntalamos hasta descargar el pilar, picamos la zona dañada hasta la completa eliminación de restos sueltos, aplicamos una resina epoxi que pasiva y sirve de imprimación para las armaduras y reconstruimos (previo encofrado) la cabeza del pilar mediante mortero grout (mortero de retracción compensada, es decir, que no retrae durante el fraguado), aplicado en tongadas de 30 cms. Sencillo, excepto por un detalle. Hay que garantizar que el mortero rellena hasta el encuentro con la viga, por lo que, hay que llenar por encima de la cota inferior de la viga. Tenemos vigas planas, por lo que la solución, para evitar dos fases, pasa por eliminar la calle de bovedillas más cercana al nudo a tratar y rellenar desde la cara superior del forjado. Esto deja unos elementos de mortero hasta la cota del planta superior que posteriormente se eliminaron, terminando el trabajo con la restitución de la parte del forjado eliminado para los trabajos de vertido.